Daniela M. Oropeza Feo
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«Hoy, en un mundo digital, tu valor es tu gente … Tienes que poner más énfasis en mantenerlos felices y prestar atención a los problemas que les preocupan». Julia Kanouse (directora ejecutiva de la Asociación de Tecnología de Illinois en Chicago).
Todas las empresas quieren empleados comprometidos, esa persona que el departamento de recursos humanos se esmera por conseguir y que las organizaciones intentan retener a toda costa.
Un empleado comprometido, siente una conexión con la organización y los valores que ésta profesa. Para esta persona, no basta esmerarse solo en realizar bien sus labores, sino que además trata de dar ese extra para alcanzar nuevas metas que contribuyan de manera positiva a la organización.
Se podría decir, que un empleado comprometido, es prácticamente el colaborador soñado. Sin embargo, en la actualidad, cada día más se observa un tipo de compromiso diferente en los empleados, uno que los lleva a conectarse con valores más allá del que tienen las organizaciones en las que laboran y hace que puedan vincularse con causas mucho más grandes e incluso, logra movilizarlos para lograr un cambio.
Activismo en la empresa
El activismo de los empleados (que no debe confundirse con actividades sindicales), es un fenómeno que se ha incrementado en los últimos años y que ya, empresas como Google, Wayfair y Amazon conocen muy bien.
Este fenómeno se da cuando existe una brecha entre el marco ético de las empresas y lo que efectivamente llevan a cabo, no solo en cuanto a procesos operativos se refiere, sino, además, en el impacto que tienen en sus comunidades y medio ambiente. Esta brecha, además de generar una desconexión entre la organización y los trabajadores, puede dañar reputacionalmente a la organización si no se escucha al empleado en su debido momento.
Sí, ciertamente son millones de empresas que no necesariamente aplican a cabalidad lo que predican y existen múltiples movilizaciones por parte de los empleados en contra situaciones de inequidad que se dan en su lugar de trabajo. Pero en este caso, el activismo va más allá y alza su voz en contra de la falta de responsabilidad por parte del empleador en temas como polución, impacto ambiental, responsabilidad social y falta de transparencia en sus procesos.
Compromiso real
De acuerdo a Glassdoor, tres cuartas partes de jóvenes entre 18 y 34 años (una fuerza laboral importante) esperan que la organización para la que trabajan tenga una postura firme en referencia a los problemas que aquejan a la sociedad en la que viven y, esperan que el sector privado se involucre en las problemáticas sociales y ambientales existentes.
Para Workforce Institute (del Reino Unido), una de las razones por las que el activismo de los empleados ha tomado cada vez mayor impulso, se debe a que «los empleados quieren que sus empresas marquen una diferencia positiva en la sociedad, y no solo una ganancia…».
Estos movimientos, están siendo llevados a cabo por generaciones jóvenes, que sienten la necesidad de pertenecer a una organización que sea responsable de sus acciones, que además comparta de manera integral su sistema de creencias y que no dudan en hacerlo saber. Para Julia Kanouse, directora ejecutiva de la Asociación de Tecnología de Illinois en Chicago, «la fuerza laboral está empezando a preocuparse más por lo que hace para hacer del mundo un lugar mejor».
Pero, ¿qué pueden hacer las organizaciones ante escenarios de activismo de los empleados? De acuerdo a Kathy Gurchiek (articulista de SHRM), el primer paso es aceptar a este tipo de movimientos y tomarlo como la posibilidad de mejorar procesos de la organización y mejorar su reputación.
Alinear la cultura organizacional con lo que efectivamente lleva a cabo la empresa, es fundamental, elementos como la transparencia, escucha activa de las demandas de los empleados y la disposición de dar una respuesta efectiva a dichas demandas, también forman parte de los elementos que debe aplicar la empresa al momento de enfrentarse a situaciones de activismo.