Nirvana Profesional

Daniela M. Oropeza Feo

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«Si no te apasiona lo que haces… cambia de actitud o cambia de trabajo». Byron Pulsifer.

Muchas veces hemos escuchado que, el trabajo no lo es todo en esta vida. Sin embargo, se estima que una persona promedio pasará alrededor de 90.000 horas trabajando a lo largo de su vida, y si es una persona Workaholic, la cifra pudiese incrementarse considerablemente.

Entonces, si pasamos una gran parte de nuestra vida dedicados al ámbito laboral, lo correcto sería obtener un resultado mínimo de satisfacción por la labor que se realiza hasta eventualmente alcanzar un estado de “Nirvana Profesional” si se pudiese llamar de esa forma. Un estado en el que se alcance un estado de felicidad, plenitud y satisfacción en nuestra organización, no solamente por pertenecer a ella, sino, además, por el trabajo que se debe realizar diariamente.

Aunque la noción de alcanzar ese nirvana viene acompañada de tintes holísticos y cierto escepticismo, en la realidad es algo altamente codiciado tanto para el trabajador como para las organizaciones en todas partes del mundo. No en vano, las mediciones de clima organizacional son constantes y altamente valoradas en todas las empresas que buscan incrementar sus niveles de productividad y posicionarse en el mercado como el mejor lugar para trabajar.

Una mentalidad que llegó para quedarse

“Hoy cada vez son más lo que necesitan empresas acordes con sus creencias y valores. Ahora, el sueldo y la proyección siguen siendo agentes esenciales en nuestro

barómetro de la felicidad, pero ya no son los únicos” señala Belén Varela, impulsora del movimiento Felicidad en el Trabajo.

A medida que las generaciones avanzan, la manera de trabajar se transforma y a su vez, la concepción que se tiene sobre el trabajo evoluciona. En el caso de las nuevas generaciones como los millennials y centennials, una buena paga o un ascenso no son elementos suficientes para retenerlos en una compañía.

Su búsqueda se centra en la conexión con el propósito que tenga la organización, el sentido de pertenencia con los valores de la empresa, el balance entre vida y trabajo y la contribución que puedan generar desde sus espacios para impactar positivamente su entorno.

Esa pasión por lo que se hace y por el lugar en el que se está, aunque sea un elemento un poco abstracto, es en muchos casos decisiva al momento de enfrentarse a las opciones de irse o quedarse en una determinada organización. Las personas quieren contribuir a una causa, sentirse orgullosos de lo que se hace y de su empleador, y a su vez, quieren espacio para desarrollar otros ámbitos de su vida que no están necesariamente vinculados al ámbito laboral.

Alcanzando el Nirvana

Si bien no hay una fórmula mágica para alcanzar ese nirvana profesional, hay ciertos elementos como el optimismo, la dedicación y el aprovechamiento de las oportunidades que se plantean en el camino son sin duda parte de las estrategias a considerar si se quiere alcanzar ese estado tan codiciado para muchos.

Sin embargo, para Paolo Bencocini1 existe un elemento adicional que marca la diferencia real, y está íntimamente relacionado al crecimiento personal, ese equilibrio interior y desarrollo de capacidades, que junto con objetivos claros de vida permiten trazar metas que permitan crear algo que pueda beneficiar a la persona, independientemente de la organización donde se encuentre.

Y es que, tal como menciona Silvia Leal2 “Lo personal y lo profesional están intrínsecamente unidos y cuando una de las dos cosas no funciona la otra acaba viéndose siempre afectada”, por lo que un equilibrio entre ambas facetas resulta fundamental.

Referencias:

1 Jefe del equipo de propiedad intelectual y lucha contra la falsificación de Squire Patton Boggs.

2 Doctora en Sociología y experta en liderazgo.

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